La cueva Cosquer ubicada en Cap Morgiou, Marsella, Francia, fue descubierta accidentalmente en 1985 por un buzo, Henri Cosquer, en las profundidades del mar, pero sus pinturas no fueron mencionadas hasta 1991 después de que tres buzos murieran en la cueva cuando se perdieron.
Su entrada está a unos 37 metros (121 pies) bajo el agua. Esta entrada submarina sugiere que los niveles del mar eran significativamente más bajos durante la época en que la cueva estuvo habitada por humanos prehistóricos. Durante los períodos glaciales del Pleistoceno, la costa del Mediterráneo estaba varios kilómetros al sur y el nivel del mar hasta 100 m (330 pies) por debajo de la entrada de la cueva.
En la actualidad, solo los buceadores pueden acceder a la cueva utilizando su entrada ubicada a 37 m (121 pies) bajo el nivel del mar, a través de un túnel de 175 m (574 pies) de largo. antes de llegar a una enorme cámara que en parte quedó sobre el mar y donde se conservan numerosas pinturas y grabados prehistóricos en las paredes, así como restos en el suelo (carbón de hogueras y antorchas, algunas herramientas de pedernal).
Se trata de la única cueva pintada del mundo con una entrada por debajo del nivel actual del mar donde se ha conservado el arte rupestre de las inundaciones que se produjeron cuando el nivel del mar subió tras el final de la última glaciación.
La cueva contiene alrededor de 600 pinturas y grabados, en su mayoría de animales como caballos, bisontes, cabras montesas y focas, así como numerosas plantillas hechas a mano. Estas obras de arte aportan valiosa información sobre la vida y creencias de los pueblos que habitaron la región durante el Paleolítico Superior.
Debido a la entrada submarina única y la naturaleza frágil del contenido de la cueva, el acceso a la cueva está estrictamente regulado y se requiere un permiso especial para la investigación o exploración científica. En los últimos años se han realizado esfuerzos para estudiar y preservar la cueva y su invaluable patrimonio cultural.