En el vertiginoso mundo de la tecnología, donde las grandes plataformas ejercen un enorme poder en el acceso a la información, los pequeños emprendedores enfrentan grandes desafíos para destacar. Desde limitaciones técnicas hasta la competencia directa con gigantes de la industria, establecer un negocio digital exitoso puede parecer una meta inalcanzable.
Este es el caso de Shivaun y Adam Raff, una pareja que en 2006 fundó Foundem, un sitio británico de comparación de precios. Sin saberlo, estaban a punto de comenzar una lucha épica y prolongada contra Google. El motor de búsqueda había aplicado filtros de spam que perjudicaron a su empresa, por lo que iniciaron una batalla judicial que culminaría en una multa sin precedentes de 2.400 millones de euros.
Pensaron que se trataba de un simple error
En junio de 2006, Shivaun y Adam Raff lanzaron Foundem, un sitio innovador que permitía a los usuarios comparar precios de diversos productos, desde vuelos hasta ropa. La pareja, que había dedicado tiempo y recursos al desarrollo de su plataforma, pronto se dio cuenta de que su sitio apenas obtenía visibilidad en las búsquedas de Google.
A diferencia de otras plataformas, donde Foundem se posicionaba de manera adecuada, Google parecía relegarlos a los últimos resultados, lo que afectaba su alcance y sus ingresos. En un principio, la pareja pensó que se trataba de un error del sistema, un malentendido que podría resolverse fácilmente.
Shivaun y Adam recurrieron a Google en busca de una solución, pensando que podrían resolver el problema. A pesar de las múltiples solicitudes de revisión enviadas a la empresa, la situación no mejoró. Con el paso de los meses, la respuesta limitada de Google dejó a Foundem en una posición desventajosa en un mercado donde el tráfico es esencial para la supervivencia digital. Ante la falta de apoyo, los Raff comenzaron a sospechar que el problema podría ser más profundo y que su sitio, junto con el de otros competidores, podría haber sido penalizado deliberadamente.
Años después, la pareja se daría cuenta de que el caso de Foundem no era un incidente aislado. Durante la investigación, surgieron evidencias de que Google había promovido de forma activa sus propios servicios de comparación de precios en las búsquedas, mientras limitaba la visibilidad de plataformas independientes. Esta estrategia, según concluyó la Comisión Europea en su fallo de 2017, configuraba una conducta anticompetitiva que perjudicaba a los negocios rivales y al propio consumidor.
Ganaron la batalla y Google tenía que pagar la multa millonaria
Tras una exhaustiva investigación, se concluyó que Google había abusado de su dominio en el mercado de búsquedas en línea para privilegiar su propio servicio de comparación de precios. Esta conducta restrictiva se tradujo en una sanción histórica de 2.400 millones de euros, equivalente a aproximadamente 2.600 millones de dólares, convirtiéndose en una de las multas más altas impuestas en un caso de competencia en Europa.
Sin embargo, Google no aceptó la decisión de manera pasiva. La empresa apeló el fallo. En septiembre de 2024, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ratificó la sentencia, rechazó los argumentos del gigante tecnológico y mantuvo la multa.
“Google tiene una conducta anticompetitiva. No nos gustan los bullys”
En sus primeras declaraciones tras el fallo, Shivaun y Adam Raff compartieron su perspectiva sobre la conducta de Google y las implicaciones para otros negocios en línea. La pareja afirmó que no solo buscaban justicia para Foundem, sino también exponer las prácticas dominantes de la empresa en los mercados de búsqueda y publicidad digital. “Si te niegan el tráfico, no tienes nada que hacer”, explicó Adam en una entrevista para la BBC, resaltando el impacto devastador que Google puede tener en una empresa emergente al restringir su acceso a posibles usuarios.
La pareja atribuye su persistencia a una profunda convicción en la importancia de la igualdad de condiciones en el entorno digital. Según Shivaun, sus experiencias personales y profesionales les enseñaron a no ceder ante las prácticas de los monopolios. “No nos gustan los bullies”, subrayó. Si bien Foundem cerró en 2016, el caso ha dejado una huella en la regulación del sector y en el modo en que el público percibe a los gigantes tecnológicos.
Con la nueva Ley de Mercados Digitales en Europa, que busca limitar las conductas monopolísticas, la influencia de Google en la red está bajo un escrutinio más riguroso que nunca. La Comisión Europea continúa en investigación hacia Google para verificar sus favoritismos con sus propios servicios.