Mi madre me decía lo que mi abuelo a ella: “estudia para que ningún cabrón te heche en cara el pan que te llevas a la boca”; y aunque así fué, terminé una carrera, y mantuve mi casa dos años en lo que mi esposo terminaba la especialidad y la sub-especialidad, hoy eso se le olvidó y soy una mantenida para él; cuido de mis hijas y de mi hogar, renuncié a mi trabajo para dedicarme a la familia y solo significó “volverme en alguien que no aporta nada a la casa”. Pocos hombres quedan que reconocen el sacrificio que conlleva el dejar tu carrera y desarrollo profesional.
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