Él no te quiere y tú lo sabes, sin embargo vendas tus ojos, atas tus manos y torturas tu esencia, quizás, tratando de construír con tu cariño un amor que en él nunca ha existido, pues te lo demuestra al día siguiente cuando después de una noche, en la que fuiste su muñeca, su juguete y su lugar donde vacía sus más enfermas fantasías, plagada de sexo, pero sin nada de besos, nada de abrazos, nada de caricias, mucho menos palabras bonitas, ni siquiera se despide, o te dice que tengas un lindo día.
Comments
Loading…